Del calipso al reggae, una evolución de la música caribeña

El reggae es un género nacido en Jamaica, y es la música por excelencia de la isla. Sin embargo, sus orígenes provienen de múltiples geografías, tanto caribeñas, como norteamericanas y africanas. Además, es un ritmo que germina de una importante evolución, antecedida por sonidos como el ska y el rocksteady.

El reggae como lo conocemos hoy en día es la consecuencia de una evolución de diversos ritmos caribeños, como el mento y el calipso, mezclados con géneros norteamericanos, como el jazz, el rhythm & blues y el rock.

Primero fue el ska, luego el rocksteady y finalmente el reggae, que a su vez ha dado vida a otras texturas como el dub.

El reggae ha sido desde hace décadas uno de los géneros más difundidos a nivel mundial, pero además ha sido fusionado con infinidad de ritmos de todo el planeta. Su evolución e historia se siguen escribiendo actualmente.

Calipso y mento

Desde comienzos del siglo XX el Caribe bailaba al ritmo del calipso, género originario de Trinidad y Tobago, aunque también muy popular en Venezuela y el resto de las islas de la región.

Cantado en patois francés e inglés, el calipso también llegó a tener letras en castellano. No obstante, fueron sus temas anglo los que atrajeron la atención de disqueras norteamericanas, lo que significó mayor difusión y expansión territorial.

Ya desde los años treinta, disqueras grandes como Decca Records y Bluebird Records tenían en su catálogo artistas de calipso.

Los tambores metálicos de Trinidad y Tobago, conocidos como steelpan, pan o steeldrums en inglés, también comenzaron a popularizarse décadas más tarde.

A finales de los años 40, en Jamaica, había músicos fusionando ambos ritmos con el mento jamaiquino, lo que podría considerarse como el embrión del ska y del reggae.

El mento era una música popular jamaiquina interpretada mediante la guitarra, el banjo, la marímbula y la percusión. Si bien el mento guarda sus similitudes con el calipso, existen una serie de influencias determinadas por las metrópolis coloniales. Trinidad fue por siglos una colonia española, luego inglesa, mientras que Jamaica pasó a ser posesión inglesa mucho antes que la primera. Ambos géneros, sin embargo, poseen una clara tradición esclava que los une.

Harry Belafonte fue uno de los artistas que se dedicó a mezclar el mento jamaiquino con el calipso y el steelpan.

Harry Belafonte

Para el año 1951, ya existía en Jamaica el primer estudio de grabación, donde el mento llevaba la batuta. Sin embargo, la influencia del rythm & blues norteamericano ya se hacía sentir a través de los discos que iban llegando a la isla y que eran pinchados por los Dj’s del momento, en los soundsystem callejeros.

Los soundsystem eran grandes discotecas móviles con poderosos equipos de sonido, que iban a los barrios de Jamaica a hacer fiestas. A falta de bandas, los Dj’s o selectors de estos soundsystem se convirtieron en las grandes estrellas de la noche.

Los dos soundsystem más populares de la década de los cincuenta fueron Trojan de Duke Reid, y Sir Coxsone Downbeat, de Clement «Coxsone» Dodd.

La primera disquera jamaiquina nació en 1954, se llamaba Federal Records, y publicaba música estadounidense. Artistas e intérpretes comenzaron a emular, muchas veces mediante versiones, lo que escuchaban en estos soundsystem, así como lo que sacaba al mercado Federal Records, a la vez que empezaban a fusionar el rythm & blues del sur de Estados Unidos, con el mento jamaiquino y el calipso trinitario. Los vientos como el saxofón, la trompeta y el trombón, acompañaban al piano, el bajo y la batería, a la vez que aparecía la vibrante percusión caribeña.

Fue gracias a la disquera West Indian Records Limited, fundada en 1958 por el futuro Primer Ministro de Jamaica Edward Seaga, que comenzaron a ser producidos y grabados estos artistas jamaiquinos que fusionaban aquella gama de ritmos. Bandas como Higgs and Wilson y Byron Lee & the Dragonaires. Poco después, Duke Reid y Clement Coxsone fundarían respectivamente los legendarios Treasure Isle y Studio One.

Ska

Hay dos canciones que vienen constantemente a colación cuando se habla de los inicios del ska: Easy Snappin (1959), de Theophilus Beckford, producida por Clement Dodd, con Cluet Johnson al contrabajo y el saxofonista Roland Alphonso, y Little Sheila/Boogie in my Bones (1958) de Laurel Aitken, producida por Chris Blackwell, quien luego crearía la célebre disquera Island Records.

Bajos dominantes, guitarras en staccato que marcan el segundo y cuarto pulso, una poderosa sección de vientos, así como melodías que evocan el jazz y el rhythm & blues son algunos de los ingredientes de esa cadenciosa música, que cambiaría de manera trascendental el panorama musical jamaiquino y posteriormente mundial. Hija del soundsystem y de todo lo que sonaba en ellos.

Sobre el origen de la palabra ska abundan las teorías, hay quienes aseguran que es una emulación del sonido de la guitarra, otros que el vocablo proviene de expresiones coloquiales usadas por algunos músicos.

La definición final del sonido ska, que también sería conocido como bluebeat en sus primeros días, llegaría en 1961 con Prince Buster, dueño del soundsystem Voice of the People, junto al guitarrista Jah Jerry. Ellos perfeccionarían el característico ritmo.

Los primeros éxitos masivos del ska fueron Simmer Down de The Wailers, junto a Bob Marley, Peter Tosh y Bunny Livingston, y My Boy Lollipop de Millie Small, de 1963 y 1964 respectivamente. Simmer Down era un llamado de conciencia a los facinerosos de Jamaica a calmar su temperamento. Por otro lado, My Boy Lollipop era una edulcorada canción de amor que se convertiría en el primer hit mundial del ska.

Los líderes del movimiento ska fueron los Skatalites, un grupo formado en la escuela del jazz, donde participaban los célebres músicos Tommy McCook, en el saxofón, Don Drummond, en el trombón y Rolando Alphonso, en el saxo tenor. La formación original de Skatalites se mantuvo por pocos años en la década de los sesentas. No obstante publicaron algunos de los temas más importantes del género como Ball O’ Fire y Phoenix City.

The Skatalites

Otra de las grandes figuras del ska de esa década fue Desmond Dekker junto a The Israelites, cuyos temas 007 Shanty Town y Rude Boy Train se convirtieron en clásicos.

Rocksteady

El ska era una música de letra optimista y sencilla. No obstante, tras la independencia de Jamaica comenzaron a surgir una serie de problemas sociales que empezaron a ser reflejados en la lírica. Nacía el rocksteady, un nuevo estilo musical, bautizado así por la canción de Alton Ellis Rock Steady. Sus letras tocaban temas sociales y políticos, las guitarras tenían mayor presencia que en el ska y el bajo, muchas veces sincopado, lideraba la banda. Era como un ska con sobredosis de soul, más lento y relajado pero con marcados acentos en el tercer tiempo de cada compás. Si bien se redujo el uso de instrumentos de viento, no los eliminó por completo.

El rocksteady representa el pico cultural de lo que fue el movimiento rude boy, surgido en los días del ska. Como los punks británicos, los rude boys eran un fenómeno social de los guetos jamaiquinos, pandillas de alborotadores violentos, y en muchos casos delincuentes. La razón de su existencia era el desempleo y la pobreza, así como la necesidad de buscarse la vida en los barrios bajos.

A ellos les hablaba Bob Marley, Peter Tosh y Bunny Livingstone, junto a The Wailers, en Simmer Down (Tranquilízate). También Prince Buster en el tema Judge Dread, The Clarendonians en Rude Boy by Gone a Jail (Rude Boy fue a la cárcel), Justin Hinds & The Dominoes en No Good Rudie (Rude Boy malo) y The Rulers en Don’t be Rudie (No seas un Rudie o Rude Boy), Hopeton Lewis en Take it Easy (Tómalo con calma); Derrick Morgan en Tougher Than Tough (Más recio que recio) y Roy Shirley en Hold Them (Sostenlos), todos temas de rocksteady.

Alton Ellis

Grupos como The Maytals, The Paragons, The Pioneers y The Heptones fueron muy importantes en lo que fue el sonido rocksteady, así como su estilo vocal y lírico. El cantante de rocksteady brillaba más que el de ska, que muchas veces podía ser un género instrumental.

Fue a finales de los sesenta que el rocksteady evolucionaría finalmente en el sonido reggae. Con la llegada de los setenta, y el auge del movimiento rastafari en Jamaica, nacería este popular ritmo, llevado a todos los rincones del planeta por el profético Bob Marley.

Reggae

Como pasa con el ska, existen diversas teorías sobre los orígenes de la palabra reggae. Hay quienes afirman que viene de «ragged» (harapiento, imperfecto), ya que así denominaban el estilo de baile que acompañaba al ritmo. Otros afirman que viene del tema rocksteady de 1968 de Toots and the Maytals Do the Reggay. Otras hipótesis, más rebuscadas, incluyen la palabra Regga, nombre de una tribu Bantú de los alrededores del Lago Tanganica y una variación de la palabra streggae, que en el lenguaje coloquial de Kingston significa «prostituta».

El artista del género Derrick Morgan dice que la palabra emulaba onomatopéyicamente el sonido del reggae, y que por ello los músicos comenzaron a utilizar el término para referirse a él.

Por otro lado, Bob Marley decía que su origen era castellano para referirse a la «música del rey».

Bob Marley

Desde sus inicios, el reggae estuvo ligado a la protesta y el lamento. La prédica rastafari, aquella religión africana revivida por Marcus Garvey, que defendía la emigración en masa hacia África, también era una constante, tanto en la lírica como en la apropiación de la percusión nyabinghi, proveniente del lejano continente. No obstante, no se trataba de una limitación, ya que también abordaba otros temas como el amor, la nostalgia y la tolerancia.

Si lo comparamos con otros géneros, el reggae invertía aún más el rol de la guitarra y el bajo, dando prioridad y liderazgo al segundo.

Si bien el reggae nacía en Jamaica y se convirtió en la música por excelencia de la isla, sus orígenes eran de múltiples geografías, tanto caribeñas, como norteamericanas y africanas.

Para los años setentas, las carteleras norteamericanas tenían en los primeros lugares canciones de reggae y rocksteady. Temas de  Desmond Dekker and the Aces como Israelites (1969), el clásico de Jimmy Cliff Wonderful World, Beautiful People (1970), así como la tonada de Paul Simon Mother and Child Reunion (1972).

Wonderful World, Beautiful People de Jimmy Cliff fue una de las primeras canciones de reggae que trajeron a colación la filosofía de paz y amor, que años antes habían popularizado los hippies. Estas ideas quedarían relacionadas con el reggae para siempre, a través de su «buena vibra».

En el pasado mucha de la música proveniente de Jamaica había sido relacionada con la violencia pandillera, así como los barrios bajos de Kingston, pero eso pasaría a un segundo plano, y las temáticas cambiarían radicalmente con el reggae.

En los Estados Unidos Neil Diamond popularizó el tema reggae Red Red Wine en 1967. Poco después Johnny Nash publicaría el celebrado Hold Me Tight.

La popularización del reggae llegaría a su máximo esplendor con Bob Marley, quien se había dado a conocer como artista de ska y rocksteady junto a The Wailers, pero que luego pasaría a ser una voz política y religiosa, cuando finalmente se transformó en una estrella mundial, a través de melodías populares como Stir It Up de 1972, I Shot The Sheriff de 1973 y No Woman No Cry de 1974.

En 1972 la película The Harder They Come, protagonizada por Jimmy Cliff, interpretando un personaje basado en Rhygin, un criminal jamaiquino que existió en la vida real y alcanzó la fama en los años cuarenta, también contribuyó a la difusión mundial del reggae. La influencia de su banda sonora fue muy importante en Estados Unidos.

El reggae como fenómeno masivo vio el nacimiento de nuevas estrellas del género, como la banda Burning Spear, cuyo álbum de 1976 Marcus Garvey es uno de los discos esenciales del género. La agrupación Culture, que en 1977 publicaría el conocido Two Sevens Clash. Artistas como Junior Marvin, autor de Police And Thieves, de 1976, y Gregory Isaacs, compositor de Love Is Overdue en 1974.

Años más tarde, Peter Tosh abandonaría The Wailers, grabando el célebre Legalize It en 1976.

Ya en la década de los ochenta, vendría la consagración de artistas de la talla de Black Uhuru, quienes contaban con la presencia de la sección rítmica del popular dúo Sly & Robbie, pero también con elementos electrónicos como sintetizadores y drum machines. Otros como Third World brindaron interesantes fusiones de reggae, funk y soul.

Los ritmos descendientes del reggae, como el dancehall y el dub, que ya sonaban a finales de los setenta, también tuvieron un importante apogeo en los ochenta.

El dancehall era la versión más dispersa del reggae, más rápida y menos melódica, donde las baterías fuertes, junto a la voz, tenían un papel protagónico. Artistas como Yellowman y Eek-A-Mouse fueron las primeras grandes estrellas del dancehall en los ochentas. No obstante, la popularidad de este ritmo se incrementaría exponencialmente con el pasar de los años, siendo hasta el día de hoy una referencia mundial en las carteleras pop. Nombres como Rihanna, Elephant Man y Sean Paul provienen del mundo dancehall.

Eek-A-Mouse

El dub, por otro lado, era la cara más experimental del reggae. Creado principalmente por productores e ingenieros de sonido, el dub consistía en crear nuevas versiones de temas populares de reggae, eliminando las pistas vocales y jugando con las texturas de los instrumentos, a través de efectos y artefactos electrónicos. Los delays y los ecos son pilares del sonido dub. Muchos discos de la Jamaica de los setentas y ochentas traían dos versiones de un mismo tema, el original de un lado, y la traducción dub en otro.

El padre del dub fue el ingeniero de sonido Osbourne Ruddock, mejor conocido como King Tubby, quien descubrió todas las posibilidades que tenía una canción tras dejar a un lado la voz y manipular el resto de los elementos. Otro de los padres del género es el famoso Lee «Scratch» Perry, quien en el pasado había trabajado junto a The Wailers como productor. Otro de los grandes nombres del dub fue el virtuoso de la melódica Augustus Pablo.  

King Tubby

En el dub, el productor y el ingeniero de sonido tienen un papel tan importante como el de los músicos, además que es el descendiente más lento del reggae, por ello su relación con otros ritmos como el trip-hop.

La evolución del reggae no se ha detenido desde su consagración mundial y sigue hasta hoy, aunque nunca han dejado de existir bandas fieles a su sonido original.

(Referencias)

Scaruffi, Piero. (2003). The History of Popular Music.

Barrow, S and Dalton, P. (1997). Reggae – The Rough Guide. White, T. (1991). Catch a Fire: The Life of Bob Marley.

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