Los ainus son considerados un pueblo indígena de Japón, poseen orígenes muy antiguos y se les han atribuido ancestros caucásicos. No obstante, actualmente se les relaciona más con la expansión de los primeros pobladores de Asia y con las etnias actuales de Siberia, en especial con los nivjis de Sajalín y los koriakos o koryak de Kamchatka, que hablan lenguas paleosiberianas. Los ainus tienen características genéticas propias que demuestran su antigua diferenciación de las demás poblaciones de la región.
Existen registros que certifican que los ainus habitaban Hokkaidô desde el siglo VI antes de Cristo, pero que también vivían en la mayor parte de Honshu y en algunas zonas de China, incluso documentos de ese país hablan de su existencia con el nombre de Tung I (bárbaros orientales). La cultura Ojotsk que floreció del siglo V al siglo VII en Hokkaido, las islas Kuriles, la isla de Sajalín y la cuenca del Amur, parece estar relacionada con los ainus y sus rituales espirituales. Fue a partir del siglo XVII, que los japoneses llegaron a los territorios ainus, comenzando un proceso de asimilación que continua hasta el día de hoy.
La música ainu, especialmente el upopo, es una fuente importante para entender su vida cotidiana, así como sus diversas tradiciones y hábitos. Además, representa una parte importante de la protección de su identidad cultural, como se ve en los esfuerzos de intérpretes como el célebre Oki, el músico contemporáneo más famoso de estilos ainu.
El arte musical ainu tiene una resonancia espiritual en casi todas sus formas, y ha desempeñado un papel importante en la historia y el renacimiento cultural del pueblo ainu. Casi todos los tipos de canciones ainu son sagradas, e incluso se dice que los instrumentos musicales están imbuidos en el alma de quien los toca.
La música tradicional ainu puede dividirse en dos grandes grupos: canciones cotidianas y canciones épicas. Las canciones cotidianas se cantaban en muchas situaciones y de forma improvisada. Suelen ir acompañadas de los dos instrumentos musicales ainu más frecuentes: el tonkori, una cítara de cuerda, y el mukkuri, un arpa de boca tocada por mujeres.
Además del estilo upopo y el yuktar, los ainus poseen un canto gutural, muy parecido al canto de garganta inuit, llamado rekuhkara. Fue practicado por los ainus hasta 1976, cuando murió el último intérprete. Era una suerte de juego donde participaban de dos a diez personas a la vez, siempre en parejas. El rekuhkara se realizaba a menudo durante el ritual del iomante, que consistía en la matanza de un oso pardo, ya que los sonidos producidos hacían referencia simbólica a los gritos del oso.
Los principales instrumentos ainus, además del mukkuri y el tonkori, son el kakko, implemento de percusión similar a la pandereta, utilizado para acompañar los rituales chamánicos; el cirektekuttar, fabricado con la raíz de una caña autóctona del norte de Japón, parecido didgeridoo desarrollado por los indígenas australianos; y el pararayki, similar a la balalaika rusa.
Los ainus y Japón
La presión sobre la música ainu a lo largo de su historia estuvo determinada enormemente por el dominio japonés. El gobierno de ese país prohibió deliberadamente la lengua, la música y la danza ainu en 1799, en un intento de homogeneizarlos con el resto de la población local. Esta actitud, según la cual debían hacer todo lo posible para convertirse en japoneses, existió hasta bien entrado el siglo XX.
Sin embargo, en las últimas décadas, la música ainu ha experimentado un renacimiento. Poco a poco, los ainus comenzaron a reclamar su identidad como grupo cultural en las décadas de los sesenta y setenta, reuniéndose entre ellos, creando grupos organizados e incluso desarrollando una bandera propia. Aunque la mayor parte de esta reivindicación se produjo mediante reuniones pacíficas y organizaciones benéficas, como el trabajo de Kayano Shigeru para crear un museo nacional ainu, algunos grupos, como Liberación Ainu, utilizaron tácticas terroristas, como el atentado del 23 de octubre de 1972, para atraer la atención hacia su causa.
En su conjunto, el movimiento por la identidad cultural ainu se ha llevado a cabo a través de medios culturales como el arte, la narración y la música, y de tácticas políticas como los bloques de votación y las protestas no violentas. En los años setenta y ochenta, comenzaron a celebrarse festivales y ceremonias que actuaron como catalizadores de su unidad cultural. Cuando las ceremonias ainus se celebraron con regularidad por primera vez en años, les permitieron reunirse, identificarse y conocerse a través de la vía de la cultura para crear vínculos.
El renacimiento de la cultura ainu, y especialmente de su música, ha supuesto algo más que el desarrollo de un grupo cohesionado. No es de extrañar que también haya dado lugar a la aparición de una estrella de la música ainu en la escena japonesa. Oki Kano, el intérprete más destacado de la música pop de inspiración ainu en Japón, ejecuta canciones que se basan en los cantos ceremoniales tradicionales de ese pueblo. Utiliza instrumentos autóctonos, la lengua y la temática ainu, pero también incluye influencias occidentales como la guitarra y el bajo, y suena de forma similar a la música ska británica. Oki Kano es bastante conocido en Japón, y representa la idea de la música ainu para muchos japoneses, aunque su arte sea muy occidentalizado.