diciembre 13, 2021

Antuanetta Mishchenko, una pianista entre la revolución, el invierno y las llamas

La pianista ucraniana Antuanetta Mishchenko se dio a conocer mundialmente durante las protestas del Euromaidán en Kiev, tras los conciertos que dio en la primera línea de aquellas manifestaciones y disturbios, que culminaron con el derrocamiento del presidente de ese país Víktor Yanukóvich, tras decenas de muertos y cientos de heridos.

Mishchenko tenía apenas 21 años cuando corrían los turbulentos días de las serie de manifestaciones y disturbios, conocidos como Euromaidán, cuyo punto neurálgico eran las calles del centro de Kiev, primordialmente en la Plaza de la Independencia.

La imagen que recorrió el mundo es la de ella tocando el piano sobre un autobús quemado. El instrumento tenía los colores de la bandera ucraniana, azul y amarillo. La pieza escogida por la intérprete: el Estudio Op. 10, Nº 12 en Do menor, conocido también como el Estudio revolucionario, del maestro polaco Fryderyk Chopin. A un lado las barricadas, los manifestantes, que ya llevaban varios días acampando en las calles de Kiev, al otro la policía, cuyos escudos formaban un muro de contención.

Corre el mes de febrero y a medida que el público respira, se levantas blancas nubes de vapor, la temperatura es de casi menos veinte grados centígrados.

El estudio no carece de complejidad interpretativa, con compases iniciales de escalas rápidas y largas, por un lado, y difíciles acordes, así como polirritmos, por el otro. Si a esto sumamos el contexto y las condiciones meteorológicas, se trata de una labor titánica.

La historia del Estudio Revolucionario cuenta además con cierto paralelismo con las protestas del Euromaidán, ya que Chopin se inspiró para la obra en el Levantamiento de Noviembre, también conocido como la Revolución de los Cadetes, una rebelión armada contra el dominio ruso en Polonia. Y es que el Euromaidán era un movimiento que, entre sus diversos objetivos, buscaba reducir la influencia rusa dentro de Ucrania, planteando un acercamiento hacia el continente europeo.

La primera vez que Mishchenko interpretó este estudio la policía intentó opacar su música, colocando una canción pop rusa a todo volumen desde unas cornetas tras su línea de defensa. La pianista nunca se detuvo.

Antuanetta había estudiado el piano desde muy temprana edad, a los cinco años daba sus primeros pasos en el instrumento. Habiendo ingresado en la academia de música poco después.

Fue desde las ventanas de su lugar de estudio, frente a la Plaza de la Independencia de Kiev, donde presencio los primeros días de las protesta, en noviembre de 2013. Allí se agolpaban miles de personas, esencialmente estudiantes, para manifestarse contra la decisión del presidente Viktor Yanukovich de retirarse de un posible acuerdo comercial de la UE a cambio de estrechar los lazos con Rusia.

Esa protesta culminó a finales de ese mes, cuando el gobierno envió a cientos de policías a remover por la fuerza a los manifestantes. La respuesta fue el Euromaidán, cientos de miles de personas que ocuparon la plaza, pidiendo el fin de la corrupción del gobierno y la dimisión de Yanukovich.

Poco a poco la Plaza de la Independencia se convirtió en una comunidad organizada, que hacía vía diaria allí, acampando a lo largo de toda el área. Se crearon grupos de voluntarios que proporcionaban desde alimentos hasta medicinas y ropa de invierno. En las instalaciones de la plaza había un escenario principal que ofrecía entretenimiento y discursos políticos, y las calles que conducían a la plaza estaban bloqueadas y defendidas por manifestantes.

Fue en diciembre que Antuanetta comenzó a ir a la plaza, invitada por un amigo. Ella ha dicho varias veces que en principio no estaba segura de qué podía hacer para ayudar, aun cuando su preocupación había crecido con los días, preguntándose qué sucedería y cuál sería el futuro de su país.

Fue cuando encontró el célebre piano del Euromaidán, aquel que estaba pintado de azul y amarillo, sobreviviendo a las inclemencias del invierno ucraniano, que comprendió su papel en aquel asunto. La primera vez que lo divisó fue cuando varios manifestantes lo llevaban a la barricada, quizás para usarlo como defensa ante las fuerzas del gobierno. Ella les pidió que pararan, a lo que cedieron, salvando el instrumento de un destino incierto.

Al poco rato intentó tocarlo, sin saber la reacción que tendría entre los manifestantes aquella música tan simbólica. No más al terminar de tocar el estudio de Chopin le pidieron que tocara de nuevo. Y así lo hizo durante horas, hasta que el frío y el hambre la hicieron detenerse. Cuando regresó horas más tarde, había gente esperándola.

Los periodistas presentes fueron en parte los responsables de inmortalizar las presentaciones de Mishchenko, que comenzó a hacer regularmente día y noche hasta febrero. Además de su aparición en el célebre documental Winter on Fire: Ukraine’s Fight for Freedom, el cual estuvo nominado al premio Oscar.

Más allá del Estudio revolucionario, Mishchenko comenzó a tocar canciones folclóricas, música clásica y el himno nacional. La gente escuchaba, cantaba junta y hablaba entre sí, y ella recibía chocolates y flores en agradecimiento. Las canciones populares fungían como símbolo de identidad nacional, siendo moldeadas y utilizadas desafiando las influencias rusas del pasado.

En enero de 2014, el gobierno aprobó una ley que restringía la libertad de expresión, prohibía las protestas y ampliaba los poderes del gobierno; poco después fue revocada, pero el efecto en las multitudes era irreparable.

El famoso concierto celebrado en la parte superior del autobús sería una de las últimas acciones pacíficas, que tendría lugar sólo 10 días antes del día más violento de Euromaidán, en el que las multitudes fueron disparadas por los entes represores del estado desde los tejados, y al menos 80 personas fueron asesinadas.

El resto es historia, Víktor Yanukóvich renunció y huyó a Rusia, a la vez que Ucrania, ahora envuelta en una guerra civil que ya cumple seis años, logró celebrar unas nuevas elecciones, donde salió electo el ex presidente Petró Poroshenko.

En cuanto a Mishchenko, ahora con 26 años, trabaja como profesora de música en una escuela, y es una celebrada concertista mundial, habiéndose presentado en Europa, Estados Unidos y Asia. También hace trabajo social, haciendo eventos gratuitos, y educando a músicos jóvenes.

Sobre su experiencia en Euromaidan, Antuanetta rememora en una entrevista con Al-Jazeera: «Cuando era joven quería ser cantante o compositora, o quizás diseñadora de moda. Y después de Maidan, entendí que sí, soy un pianista clásica, y sí, puedo ayudar a la gente, y sí, quiero hacerlo hasta el final de mi vida».

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