noviembre 11, 2021

Entrevista a Minyo Crusaders

Minyo Crusaders es un grupo musical japonés que presenta el cancionero popular tradicional de su país con arreglos inspirados en diversos géneros internacionales, como la música caribeña, latina y africana.

Minyo Crusaders fue fundado por Katsumi Tanaka y Freddie Tsukamoto hace diez años, en la ciudad de Fussa. «Cuando se produjo el terremoto de Tohoku en 2011, se cuestionaron muchas cosas en Japón, incluidos los valores de la sociedad. Muchos artistas, incluidos músicos como yo, aprovechamos la oportunidad para revisar nuestras vidas, actividades creativas y la identidad japonesa», explica Tanaka.

«En aquel entonces yo escuchaba músicas de raíz de todo el mundo, pero también empecé a explorar la tradición japonesa. Descubrí cantantes como Hibari Misora y Chiemi Eri, y grupos como Tokyo Cuban Boys y Noche Cubana. Me encontré con el min’yō moderno, pero también con arreglos latinos y de jazz, y concebí un concepto para revivir esa tradición japonesa, pero en un contexto más actual», agrega.

El min’yo es un género tradicional de la música popular japonesa gestado desde finales del siglo XIX y principios del XX, cuando empezó a utilizarse este término. 

La palabra min’yo es un término compuesto entre los términos «folk del pueblo» (民, min) y «canción» (謡, yō). En Asia oriental, la palabra se encuentra en fuentes chinas desde el siglo V. En Japón, el primer registro de su uso se encuentra en el año 901. Sin embargo, la palabra sólo tuvo una incidencia hasta 1890. Por ello, se considera que min’yo es un calco de la palabra alemana volkslied, que significa canción popular, después de la Restauración Meiji seguida de la occidentalización de la música local. Min’yo sustituyó a la palabra riyo, que se utilizaba ampliamente antes de la Segunda Guerra Mundial y que significa «canciones del pueblo local».

Muchas canciones de min’yo estaban relacionadas con trabajos y oficios específicos, y se cantaban originalmente entre faenas o para amenizar la jornada laboral. Otras piezas min’yo funcionaban simplemente como entretenimiento, amenizando bailes, pero también hacían parte de rituales religiosos.

En el año 2000, el cantante Freddie Tsukamoto y la compositora Katsumi Tanaka vivían en la ciudad de Fussa, donde se encuentra la base militar estadounidense de Yokota, al oeste de Tokio. Allí se conocieron a través de una banda de sesión que tocaba soul y blues. Freddie ya había cantado el género min’yō antes, pero en aquella agrupación se interpretaba principalmente música negra.

Inicialmente, eran indiferentes a la música de raíz japonesa. «Es después del terremoto de Tohoku que me encuentro en profundidad con el min’yō moderno y empieza la concepción de un proyecto que aborde ese género, pero desde un enfoque diferente. Le pregunté a Freddie si le gustaría formar una banda en la que fungiera como cantante. Así nació Minyo Crusaders, junto a otros músicos locales de Fussa», asegura Katsumi.

Si bien el grupo cambiaba constantemente de integrantes, tocaban principalmente en fiestas en Fussa. «El punto de inflexión llegó cuando Daddy U, que anteriormente había tocado la trompeta con la conocida banda de ska Ska Flames, se unió como bajista», rememora Tanaka. «Esto nos dio la oportunidad de reunirnos con varios músicos en Tokio, y que se unieran más personas con ideas afines a la banda. Después de esto se convirtió en la actual formación de big band de 10 miembros», agrega, antes de responder nuestras preguntas.

—¿Cuáles fueron sus principales influencias?

—Hibari Misora, considerada por muchos como la mejor cantante japonesa de todos los tiempos, combinó el min’yō con ritmos latinos y otros. También Chiemi Eri, respaldada por el conjunto de saxofonistas Nobuo Hara, Sharps & Flats. Los Tokyo Cuban Boys, formados por Tadaaki Misagi, que interpretaron versiones instrumentales de min’yō en los años sesenta y setenta, con samba, salsa, chachachá, bolero, reggae, boogie, soul, rock y dixie. Pero también cumbia, estilos afrocubanos, ska, reggae, música caribeña y jazz. Al igual que los diversos estilos de música del mundo que nos gustan, queríamos tener nuestra propia música de raíz actualizada. Así que decidimos traer, por ejemplo, el pop tailandés de la época y la música etíope de la vieja escuela. Así que ahora, al igual que la cumbia, el min’yō se puede considerar una música del mundo.

—¿El min’yō sigue siendo popular en Japón?

—Para mucha gente el min’yō es más bien algo intelectual, del pasado, una especie de arte meramente tradicional. El min’yō no se relaciona con la vida urbana y está bastante alejado de la escena musical japonesa actual. Aparte de Freddie Tsukamoto, los miembros de la banda tenían muy poca experiencia con el min’yō. Yo quería devolverle su significado literal de «canciones del pueblo», para las masas, canciones para todos.

—¿Cómo reaccionó el público japonés cuando escuchó por primera vez su repertorio tradicional reelaborado de forma tan diferente?

—Les encanta. Las reglas sobre la forma de cantar, con una melodía única y el kobushi (una especie de técnica de gorjeo vocal, similar al vibrato) y el ritmo del tambor taiko están de alguna manera grabados en nuestro ADN, pero el min’yō es una música que no se siente en nuestra vida cotidiana y urbana, y está bastante alejada del panorama musical japonés actual.

—¿Cantarían alguna vez en un idioma diferente al japonés?

—No, no cantamos en otros idiomas. Creemos que la entonación y los acentos de la lengua original crean un carácter único.

—¿Cómo describiría el sonido de Minyo Crusaders a alguien que nunca los haya escuchado?

—Es una música que nace de la celebración de la canción folclórica tradicional japonesa y de la música tropical que se escucha en los populares izakaya (pubs) de Tokio. Creo que nuestra música es muy singular, pero también muy inclusiva: se pueden encontrar muchos elementos para disfrutar en nuestras canciones. Sería estupendo que el público pudiera sentir el singular toque emocional japonés cuando Freddie canta.

—Este año han sacado un disco con Frente Cumbiero llamado Minyo Cumbiero: De Tokio a Bogotá. ¿Cómo se dio esa colaboración?

—Nos conocimos en 2018 en el Fuji Rock Festival. Luego Mario Galeano nos invitó a Bogotá en 2019 para actuar en un festival local y grabar este EP. Armar el disco con Frente Cumbiero fue muy emocionante. Grabamos durante dos días. El primer día comimos juntos. El segundo día grabamos. Fue un ambiente muy bonito, una verdadera fusión cultural. Ahora somos familia.

—¿Están trabajando en un nuevo álbum?

—Sí, no podemos adelantar mucho. Lo publicaremos el año que viene.

—¿Cuáles son sus planes de futuro? —Es difícil planificar en este momento debido a la pandemia. Espero que podamos hacer una gira por Europa el próximo verano. Nos gustaría volver a visitar Sudamérica y los Estados Unidos. Como la coproducción que hicimos con el Frente Cumbiero de Colombia, sería estupendo volver a colaborar con otros músicos increíbles de diferentes países, eso nos inspira.

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