marzo 23, 2022

Entrevista a El Khat. Cachivaches que enaltecen la música yemení

El Khat es un grupo israelí que se inspira en la música tradicional yemení. Fundada por Eyal El Wahah, cuya familia son inmigrantes de ese país de la península arábiga, la banda posee además músicos con orígenes en Irak, Polonia y Marruecos, que no sólo interpretan instrumentos convencionales, sino otros construidos con basura y cachivaches.

El khat es una hoja que ha sido masticada socialmente en Yemen y la península arábiga durante más de 600 años, por eso la elección del nombre de la banda puede ser interpretada de varias maneras. «En la tradición yemení el khat es muy común», explica Eyal El Wahah. «Mi abuelo, cuando vivía, solía masticar esa hoja todo el tiempo, y solía dármela cuando era muy joven. En Israel es legal, así que está permitido masticarla sin problema. El nombre lo escogí porque siento que esa planta es algo que viene de la naturaleza, y a mí me gusta todo lo natural. Es un arbusto. Me agrada además que es algo controversial, porque si la masticas demasiado te puedes enfermar, y pasarla muy mal. Pero si lo haces una vez a la semana es saludable. El efecto es estimulante, no es como fumar marihuana, es lo opuesto. Te mantiene despierto. Pero, más allá de eso, tiene varias cualidades que benefician la salud. El khat es popular en Israel, esencialmente en las comunidades yemeníes, etíopes y sudanesas. Es parte de nuestra identidad», agrega.

La agrupación El Khat comenzó como un proyecto personal de Eyal, quien quería explorar sus raíces yemeníes, país del que emigró su familia con dirección a Israel décadas atrás. «Luego empecé a invitar a amigos, comenzamos a hacer arreglos, grabar y, poco después, sentía la necesidad de llevar eso a la tarima, de presentarme en vivo y mostrar la propuesta. Así aparecieron los demás miembros de la banda, el guitarrista, el baterista, etc.», relata el músico.

Creciendo en un país de inmigrantes

Eyal, que creció escuchando rock, que tocó música clásica e incluso flamenca, inició esta exploración de sus raíces en 2017. «Pertenezco a una tercera generación de inmigrantes. Es decir, mis abuelos llegaron a Israel a empezar desde cero. Esto hizo que por momentos me sintiera culturalmente perdido. No hay una cultura israelí propiamente dicha, autóctona. Cuando mis antepasados llegaron aquí, como muchas familias yemeníes, fueron forzados a olvidar su tradición y herencia cultural. Tuvimos que aprender otro idioma. Además que el control en este país siempre lo han tenido los judíos askenazis, provenientes del este de Europa, que además son los arquitectos de la nación, por lo que han puesto las reglas. Han tratado de convertirnos a todos en israelíes, aun cuando Israel es un país nuevo, que tiene existiendo muy poco. Desde el inicio de mi vida estuve relacionado con la música, tocando rock and roll o ritmos así, pero siempre sentí que me estaba perdiendo de algo, que estaba imitando las bandas que me gustaban. Quería traer algo que fuese realmente mío. Entonces empecé a explorar mi pasado, de dónde venía. Aprendí mucho de la historia de mi familia, inmigrantes en Israel, y de cómo se había intentado que olvidaran su cultura. Entonces era cuestión de traer mis raíces, fusionándolas con el músico que soy, y con lo que me he convertido habiendo nacido y crecido en este país», reflexiona.

Eyal afirma que existen algunas comunidades dentro de Israel que se sienten marginadas culturalmente. «Se habla de que no existe racismo en Israel, pero lo hay, y pareciera moverse de una comunidad a otra cada cierto tiempo. Por ejemplo: lo sufrieron los rusos en los noventa, y actualmente se ve mucho con los etíopes, sudaneses y eritreos. Sé que ellos lo viven constantemente», sostiene.

El hecho de que Israel sea un país de inmigrantes, con una existencia tan reciente, también representa un caldo de cultivo para la fusión. «Israel es diferente a España por ejemplo, porque el segundo tiene una identidad musical bastante clara, pasa lo mismo con otros países como Marruecos. Con Israel no, porque es un país de inmigrantes. Cada uno trae un pedazo de su cultura, algunos provienen de otros países del Medio Oriente, otros del norte de África, otros del este de Europa. Desde luego que en Israel existe una influencia muy fuerte de occidente, de naciones como Reino Unido o Estados Unidos. Entonces la fusión está a la orden del día. Nosotros en el grupo somos inmigrantes de tercera generación, que nos hemos nutrido de demasiadas cosas», asegura.

El nombre de su ópera prima, Saadia Jefferson, busca representar ese encuentro de culturas que ocurre en Israel. «Saadia es el nombre de mi abuelo, que es muy común en Yemen. Jefferson viene de un tiempo que viví en Nueva York, y me quedaba justo al lado de la estación Jefferson en Brooklyn. En aquel momento me sentía como el único yemení en la ciudad. Más adelante me di cuenta que no era así. Creo que representa una conexión entre occidente y Yemen», rememora.

Eyal nombra un disco que le abrió las puertas a la música popular yemení, el álbum Qat, Coffee & Qambus: Raw 45s, publicado por la disquera Dust-to-Digital. Incluso ha llegado a versionar algunas de las canciones que aparecen allí.

El Khat utiliza el árabe en sus composiciones y suelen hablar de temas simples del día a día en su comunidad. «Por ejemplo compusimos una canción donde una mujer le recrimina a su marido que sea perezoso, pero en otra hablo de una mujer cuyo marido polígamo se ha casado una segunda vez, por lo que habrá otra persona en casa. Son cuestiones que se viven en el día a día de nuestra comunidad», dice Eyal, a quien le cuesta definir puntualmente el estilo musical de la banda porque «si hablamos de las texturas, son definitivamente yemeníes, así como el lenguaje. Pero más allá de eso es una fusión, hay de todo. Nuestros conciertos tienen mucho de improvisación, y libertad. A veces no seguimos estructuras. Es difícil de definir, me gusta que el público me explique lo que sintió. ¿Qué te pareció a ti?». Le digo que más allá de la herencia yemení su enfoque suena psicodélico y funky. A lo que responde entre risas: «Es que la vida es psicodélica».

Cachivaches que se convierten en instrumentos

Una de las cosas que identifica a El Khat es la utilización de instrumentos creados con cachivaches y basura. Eyal también incluye esta práctica dentro de la tradición yemení: «Como te decía me gusta ir a la raíz. La gente que hace música en Yemen, y esto es algo que viene de muy atrás, han tocado música con instrumentos hechos de basura, y no me refiero sólo instrumentos de cuerda, sino de percusión. Entonces fue una manera de expresar ese lado de la cultura yemení, no sólo en los ritmos y en las letras, sino en las costumbres, tomar objetos básicos y hacer instrumentos, como otra fusión más».

Actualmente, que se encuentran trabajando en su próximo disco, no sólo están trabajando nuevas canciones sino inventando instrumentos «más grandes y complejos, que ya los que tenemos son muy complejos, pero hemos ido más allá. El problema es que no podemos traerlos todos al escenario. Lo importante es que seguiremos enfocándonos en la verdad, la raíz y el corazón».

El Khat tiene planeado girar por Europa en los próximos meses, primero en el este y, más adelante, en Francia y Reino Unido. Aún se encuentran sumando fechas, que irán anunciando en sus redes sociales.

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