La música folclórica de Brasil, Angola y Cabo Verde se unen en un contexto muy mediterráneo, mezclando tradiciones centenarias con el lenguaje negro y rítmico de las culturas lusófonas, en el primer álbum homónimo de Ayom, un proyecto que nació en Barcelona, dos años atrás.
«Empezó cuando conocimos a los chicos de Forró Mior, que, como dice su nombre, se enfocaban en el género brasilero forró. Ellos visitaron Barcelona, y una amiga nos puso en contacto. En aquel momento yo tenía un proyecto semanal de forró, así que vinieron a mi local a presentarse, nos conocimos, y conectamos. Teníamos como interés en común los ritmos de la diáspora africana. Empezamos a componer compulsivamente. Nos alejamos del forró, dándole vida a un nuevo género, personalidad y cuerpo musical» relata Aloise Morales, cantante y percusionista de la banda.
El forró, uno de los embriones de Ayom, es un género musical de Brasil, tan popular como la samba, que posee bailes de parejas, tanto de ritmos lentos como rápidos, «como una salsa pero que se baila más cerca aún», agrega Morales.
El forró tiene cercanía con géneros nacidos en España y la península ibérica. «Actualmente realizo un proyecto para buscar estos puntos de encuentro, porque hay texturas arábigas, síncopas africanas, es un ritmo que trae diferentes influencias, y que desembocó en algo exclusivo de Brasil. Yo creo que conecta muy rápido con quien lo escucha porque cualquiera se puede identificar con alguno de los elementos del forró. Además, es super divertido. Es interesante porque los chicos de Forró Mior no eran brasileros, pero estuvieron allá, lo descubrieron y entendieron el poder de comunicación que tiene. Pero el problema es que el nombre de su grupo los anclaba a ese género, por lo que querían explorar más. Ayom fue un recurso para viajar, y usar otras influencias», asegura la cantante.
Música de todos lados y de ninguno
Ayom está formado por seis miembros de Angola, Brasil, Grecia e Italia, con la cantante y percusionista brasileña Aloise «Jabu» Morales como protagonista.
«El grupo, para que te hagas una idea de nuestra paleta de colores, tiene miembros de Angola, Italia, Grecia y Brasil. Yo creo que ahí encontramos un buen ambiente para traer la musicalidad que cada uno ha trabajado por su cuenta, desde sus escuelas. El resultado quizás no se parece a nada puntual. Decimos que es música de todos lados, pero de ningún sitio concreto. No tenemos un género puro, porque nadie quería ser un representante únicamente de su cultura. En lo personal trabajo mucho la música del norte de Brasil, pero yo no soy de esa área del país», sostiene Morales.
No obstante, no niega que «la lusifonía está muy presente en este álbum. Somos una lusofonía tropical inspirada en la diáspora africana. Ellos traen ese sabor de lengua portuguesa, con la rítmica africana, que crea una sonoridad muy especial que nos encanta».
La música de funaná, carimbó, cumbia, baião, semba e incluso la música de las Antillas Francesas, también forma parte del primer trabajo de Ayom.
El grupo le ha dado a Morales la oportunidad de hablar una versión global del portugués que antes no podía comunicar. A lo largo del álbum también se puede escuchar el español, el yoruba y el kimbundu, junto con el criollo francés. Canta mucho en su lengua materna, el portugués brasileño, pero no se limitó a él.
Morales emigró de su hogar en Minas Gerais, Brasil, a Barcelona en 2011 y ahora hace malabarismos con su carrera musical siendo madre, enseñando percusión a las mujeres, y haciendo un continuo estudio del Candomblé y los ritmos afrobrasileños.
«Tengo 12 años en Barcelona. Siempre quise estar en un lugar donde pudiese vivir del arte. Con mi expareja, que es profesor de capoeira, teníamos esa intención. Primero nos fuimos a Toronto. La ciudad es maravillosa, el arte y la cultura son muy importantes allí, pero hace un frío matador. No nos atrevimos a quedarnos, porque era un sitio que ocho meses al año es una nevera. Luego, por familia que teníamos en Barcelona, decidimos venirnos para acá. Al llegar estudié música, comencé a hacer talleres, especialmente de maracatú, que es una especie de batucada, pero de otra región de Brasil. Luego grabé discos, para poder trabajar con mis composiciones», reflexiona Morales. Sobre el futuro de Ayom dice: «En medio del caos nos tocó un empujón. El estreno del disco fue acompañado por una serie de videoclips. Ya tenemos otro disco listo, pero aún no lo publicaremos. Nos movimos bien, aunque hubiese pandemia. Conectamos con nuevos amigos, gente con la que vamos a trabajar. Ojalá el próximo año podamos hacer lo que queremos con todos ellos. Hay algo que nos va a favorecer, que es la dificultad de desplazamiento, porque ya estamos en Europa. Ya no se pueden traer proyectos de lejos. Estamos llenos de energía. Las perspectivas son inestables, pero vamos con mucha luz».