En una época donde predominaban los cantantes masculinos, Siti binti Saad fue una artista pionera del taraab, un género popular en Tanzania y Kenia, influenciado por las tradiciones musicales de los Grandes Lagos africanos, el norte de África, Oriente Medio y el subcontinente indio. Saad fue la primera mujer de África oriental que grabó un álbum. A diferencia de las cantantes anteriores, que cantaban en árabe, ella lo hacía en suajili.
Siti binti Saad se hizo famosa cantando en las costas de Tanganica y en su Zanzíbar natal. Su carrera abarca más de dos décadas, entre finales de los años veinte hasta 1950, cuando fallece. Grabó más de 150 discos y fue una pionera para las cantantes femeninas de África oriental que, tras su desaparición, comenzaron a aparecer en las tarimas de clubes que habían sido predominantemente masculinos.
Mtumwa de Fumba
Siti binti Saad nació alrededor de 1880 en el pueblo de Fumba, en la isla principal de Zanzíbar, Unguja, que hoy forma parte de Tanzania. Nacida en una familia muy pobre, su padre era un agricultor, perteneciente a la tribu nyamwezi, y su madre una alfarera, de la etnia zigula.
De niña, se le conocía como Mtumwa, que significa «esclava» en suajili, siguiendo la costumbre de la región de colocar a los niños nombres peyorativos.
La escolarización formal para las niñas no se introdujo en Zanzíbar hasta la década de los veinte y, como muchas de sus contemporáneas, Siti nunca aprendió a leer, aunque siempre demostró inteligencia, curiosidad, una memoria rápida y un don para la mímica. Desde niña le encantaba cantar en su casa y mientras trabajaba en el campo. Aprendió el oficio de alfarera, tradicional entre las mujeres de Fumba, y empezó a ir de pueblo en pueblo para vender sus productos. Por aquellos días, utilizaba el canto para atraer clientes y la gente la reconocía por ello.
En 1910, cuando tenía unos 30 años, se trasladó al pueblo de Mtoni. Saad tuvo la suerte de conocer a un miembro del grupo de taarab Nadi Ikhwani Safa, llamado Ali Muhsin. En aquella época, Nadi Ikhwani Safa era el único grupo de taarab financiado por el sultán de Zanzíbar, Barghash bin Said. Era un ensamble exclusivamente masculino, ya que se consideraba indecente que las mujeres se unieran a orquestas. Muhsin se ofreció a enseñar a Siti a cantar, a tocar instrumentos musicales e incluso a hablar el idioma árabe. Luego la presentó a los demás miembros de Nadi Ikhwani Safa, que sin dudarlo empezaron a organizar varias actuaciones para ella. Recibieron muchas invitaciones, sobre todo del sultán y otros árabes ricos, para actuar en varias bodas y otras celebraciones.
Pronto se encontró viviendo en la ciudad portuaria de Zanzíbar, la principal urbe del archipiélago del mismo nombre.
En Zanzíbar
Por aquellos días, muchos hombres y mujeres africanos abandonaban la vida tradicional en las aldeas con destino a las grandes ciudades que ofrecían mejores oportunidades. Las mujeres que se marchaban solían ser las que habían sido abandonadas por sus maridos o las que se habían quedado económicamente desamparadas, sin familia ni hogar. Al llegar a los centros urbanos con pocas aptitudes laborales, corrían el riesgo de verse abocadas a la prostitución por la mera necesidad de comer y sobrevivir. Cuando Siti llegó a la ciudad de Zanzíbar, el canto ni siquiera era considerado una profesión abierta a las mujeres. Afortunadamente, la combinación de cambios sociales, una voz poderosa y un talento enérgico no tardaron en jugar a su favor.
En Zanzíbar existía una tradición muy arraigada de clubes musicales, con actuaciones en árabe, que se remontaban a los primeros años del siglo XX. Las canciones en suajili eran más limitadas.
El suajili se originó como lengua de los pueblos bantúes de Zanzíbar; el término proviene de la palabra árabe sahil, que significa «costa». A lo largo de siglos de comercio costero, se le inyectaron muchas palabras árabes, indias, persas, inglesas y portuguesas, ya que se convirtió en la lengua preferida para el comercio en toda la región y a lo largo de las rutas continentales de comercio África oriental.
La convergencia de las culturas árabe, africana e india, así como de la religión musulmana, que se produjo a través del comercio, convirtió al suajili en la lengua franca en varias partes del continente africano.
En la década de 1920, Siti binti Saad comenzó a ampliar su reputación como cantante de taarab, actuando en suajili. Otras mujeres, como Bib Jokha, Bibi Mwana Iddi Hasan, Binti Issa y Bi Mkubwa Saidi, se hicieron famosas como artistas de taarab, pero ella fue la primera profesional en este campo, cantando para grandes audiencias y llegando a hacer grabaciones. Para ese momento el taraab se había convertido en una nueva forma de música popular que, si bien inicialmente se había cantado en árabe, dio paso a composiciones en suajili.
Con el paso del tiempo, la fama de Siti creció. En 1928, Columbia Records se enteró de la fama de Saad y la invitaron a grabar en su estudio de Mumbai. La compañía no podía creer cómo se estaba vendiendo su música, ya que durante los dos primeros años se agotaron más de 900 grabaciones, pero en 1931 se vendieron hasta 72 mil. Gracias a la difusión de este disco, la popularidad de Siti atrajo a gente de todo el mundo a Zanzíbar. Las cosas mejoraron aún más para la intérprete cuando Columbia decidió construir un estudio de grabación musical en el archipiélago.
Siti continuó sus actividades musicales hasta la vejez. Poco antes de su muerte conoció al famoso escritor y poeta Shaaban Robert, que la entrevistó para escribir su biografía. Esta se considera una de las mejores obras literarias de Tanzania y se enseña en la escuela secundaria del país.
El 8 de julio de 1950, Siti binti Saad murió dejando un enorme vacío en el campo del taarab. Hay muchas personas que siguen su legado. Hasta su muerte en 2013, su principal heredera fue la cantante Bi Kidude.
Siempre velando por la clase trabajadora de su región, Siti binti Saad puso música a sus preocupaciones. Sus canciones trataban de la vida cotidiana en Zanzíbar y hablan de hechos reales. Contienen crítica social, denunciando la opresión de clase, la corrupción, el abuso de las mujeres por parte de los hombres y las deficiencias del sistema legal. En este sentido, el taarab, el arte escénico de las mujeres tal y como lo configuró Siti binti Saad, es altamente político.
Siti binti Saad produjo más de 250 piezas, pero sólo se conservan algunas de sus grabaciones originales. Su música sigue siendo ampliamente interpretada en Zanzíbar, Tanzania y otros países. Sus canciones forman parte del repertorio habitual de muchas bandas de taarab. Además, en 2017 se fundó el Instituto Siti Bint Saad, cuyo objetivo es preservar sus canciones y promover los valores y la cultura de Zanzíbar.