France. Paris. 10/2019. Jupiter & Okwess.

El regreso de Jupiter & Okwess, el nuevo sonido de Kinshasa

El artista congoleño Jupiter Bokondji regresa, junto a su banda Okwess, con un tercer álbum, titulado Na Kozonga, que se traduce como «Vuelvo a casa». En este nuevo trabajo el artista presenta los ritmos más ocultos del Congo en clave de rock y funk.

Jupiter Bokondji tiene casi cuarenta años de carrera artística. En 1984 formó la orquesta Bongofolk y en 1990 fundó el ensamble Okwess International. Cuando su fama despegaba, estalló la guerra civil en la República Democrática del Congo. Algunos miembros de la banda huyeron a Europa para escapar de la violencia, pero Bokondji se quedó en su ciudad natal. Cuando el conflicto comenzó a mermar, su popularidad volvió a crecer, y en 2006 apareció en el celebrado documental Jupiter’s Dance, el cual exploraba la escena musical congoleña. Esto hizo que productores y músicos del Reino Unido lo contactaran, lo que le llevó a unirse a la gira African Express, pero también a que produjeran su álbum Hotel Univers, en 2013, el cual lo llevó a actuar en el Festival de Glastonbury de ese año.

En 2017 Jupiter & Okwess publicaron Kin Sonic, un disco cuya portada fue realizada por Robert del Naja, fundador de la agrupación Massive Attack. En este trabajo el autor siguió la línea de fusionar la música de su Congo natal con géneros afroamericanos.

Bokondji lanzará el próximo 23 de abril su nuevo álbum Na Kozonga, del cual ya ha adelantado varios sencillos. Sobre el disco comenta: «Na Kozonga significa literalmente “volver a casa”. Algún día uno tiene que volver a su tierra natal, a la que llamamos nuestra matriz, a la que pertenecemos por toda la eternidad. Es como los dos metros cuadrados de tierra que te tocan cuando te entierran en el cementerio. Todos volvemos al sitio al que pertenecemos. En mi caso, volví después de viajes y giras que me habían nutrido como músico». 

Jupiter define el disco como «una mezcla, cada canción es distinta. Venimos de un país inmenso de ritmos inagotables. Somos más de 450 etnias. Cada grupo tiene ritmos distintos. Tratamos de aprovechar eso a nuestra manera. Algo que nos alegra es que al público le atraiga esa pluralidad, y que eso lo motive a seguir escuchando el disco».

Sobre las letras, afirma que siempre han tratado temas relativos a la sociedad en la que viven, «como las injusticias sociales, por ejemplo. En Na Kozonga tocamos varios tópicos: la felicidad de vivir, el matrimonio y el amor al prójimo. Hemos hecho énfasis sobre la colonización y los problemas medioambientales. La colonización es algo que no se puede olvidar tan fácilmente. You sold me a dream es una canción que creamos con Ana Tijoux. Esta elección de una artista de Latinoamérica tiene que ver con el hecho de que son nuestros ancestros lejanos, venimos de una misma fuente. El pasado alimenta el presente y proyecta el futuro. En Mieux que ça (Mejor que eso), hablamos del cambio climático. No podemos ser insensibles al peligro que corremos. Es una forma de sensibilizar a la gente, explicando que todos necesitamos vivir en un mundo mejor. Hemos inmortalizado en una de nuestras canciones a nuestro antiguo mánager Marc-Antoine Morreau, fallecido hace unos años. Nuestra tradición nos lleva a que lloremos nuestros fallecidos con la música. Esta canción es una forma de agradecerle por haber creído en nosotros».

Además de Ana Tijoux, en el álbum participan artistas como Marcelo D2, Maika Sykes, Yarol Poupaud, Delphine Ciampi, Anne Milloud-Gouverneur, Rogé y la orquesta Preservation Hall de New Orleans.

El congolés errante

Bokondji ha creado nexos con esos artistas durante sus constantes viajes y giras alrededor del mundo, si bien siempre regresa a su tierra natal. En su juventud residió en Berlín Este, donde su padre fue diplomático. Allí cruzaba el famoso muro cada mañana y tarde para ir a clases en Berlín Oeste. Desde entonces desarrolló un rechazo hacia las fronteras, tanto geográficas como musicales. «Viajando se puede aprender todo, pero yo creo que un hombre no tiene tierra, no tiene país. Le pertenece al viento para siempre», explica.

Fue en el lado oriental de la cortina de hierro donde formó su primera banda: Die Neger (Los Negros). Neger fue una de las primeras palabras alemanas que aprendió, gracias a las personas que le llamaban así mientras lo apuntaban con el dedo cuando paseaba por la calle. La el proyecto reclutó amigos entre los hijos de otros diplomáticos: belgas, camboyanos, gaboneses y españoles. Tocaban por diversión, con instrumentos hechos por ellos mismos.

A los 17 años, Jupiter regresó a Kinshasa. Su abuela, una curandera que lo llevaba en la espalda durante ceremonias cuando él era pequeño, le heredó un tambor. Él lo comenzaría a tocarlo asiduamente en funerales. En África la música siempre es la primera invitada en ese tipo de eventos sociales. Luego armó sus primeras bandas de música y forjó su propia identidad. En un país donde sonaba persistentemente la rumba congoleña, Bokondji apeló a la fusión, la experimentación y al encuentro entre ritmos locales y extranjeros.

En 2006 conoció a los cineastas Florent de la Tullaye y Renaud Barret, quienes le dedicaron un magnífico documental, titulado Jupiter’s Dance, el cual abordaba la floreciente escena musical de la República Democrática del Congo. Fue durante el rodaje del largometraje que Jupiter & Okwess hicieron sus primeras grabaciones con el guitarrista francés Yarol Poupaud, con quien sigue trabajando.

Sobre la escena actual de Kinshasa reflexiona: «Pertenecemos a una nueva generación de músicos. Una que ha vivido muchos sacrificios, pero que es consciente y testaruda. A mí me llaman el General Rebelde por causa de mi enfoque artístico, y es que siempre he buscado innovar el sonido de mi región. Vivimos en un país dominado por la rumba, que es su identidad musical. Mi enfoque siempre ha sido de enseñar al mundo que la RDC es musicalmente muy diversa, con miles de ritmos inagotables. Existen grupos como Konono Nº1, que toca la música de los batandus, o Kasaï All Star, que se enfoca en la música de los songe y lulua. Nosotros apelamos a la mezcla de todos esos grupos, porque no nos focalizamos en una etnia en particular. Nos movemos en la pluralidad de la música congoleña profunda y lejana, para llevar tan lejos como podamos el nuevo sonido de Kinshasa».

En las próximas semanas Jupiter & Okwess estarán anunciando sus planes de promoción para Na Kozonga, entre los que se incluyen conciertos online y presentaciones en radio. Entre los otros proyectos que Bokondji se encuentra desarrollando, se ha dedicado a instruir y asesorar a varios grupos de jóvenes de Kinshasa, que ensayan en su casa, y que, aspira, «conquisten el mundo algún día. También hemos creado la asociación Kinarmonik, para la creatividad y el crecimiento de los músicos emergentes congoleños».

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