Lo tradicional y lo contemporáneo chocan en esta fusión que reúne elementos de la mizik rasin (música de raíz en creole) tradicional haitiana, así como los sonidos ceremoniales vudú, junto a una electrónica de potentes bajos, muy al estilo del dub jamaiquino. Su propuesta se forja como un diálogo hipnótico y lisérgico entre los tambores afrohaitianos y el minimalismo digital.
La historia del encuentro entre Chouk Bwa (cuyo nombre significa Raíces en creole) y The Ångströmers comienza en 2012, cuando su manager, el belga Michael Wolteche, viaja a Haití. «Conocí a Chouk Bwa en Haití en 2012 por pura casualidad. Fue amor a primera vista. Empecé a trabajar con ellos poco después, logrando traerlos a Europa, llegando incluso al festival Womex de 2015, en Budapest. El tour duró hasta 2016. Eso ayudó mucho a la proyección de la banda. Ese mismo año conocí a Frédéric Alstadt de The Ångströmers en Bruselas. Poco después nos volvimos a ver, y le comenté que estaba trabajando con un grupo haitiano de música vudú. Frédéric me dijo que era una amante de la música espiritual y que le encantaría ayudarme a grabarlos. A mí me entusiasmo mucho la idea» explica.
Más adelante surgió la iniciativa de hacer arreglos electrónicos a la música de Chouk Bwa, pero tratando de ser siempre respetuosos de su tradición. Algo que tenían bastante claro es que querían incorporar percusión electrónica. «En lo personal no sabía mucho de música electrónica, entonces Frédéric me habló de su proyecto The Ångströmers, junto a Nicolas Esterle. Tras ver a ambos tocando juntos, nos dimos cuenta que funcionaba muy bien» agrega.
Frédéric Alstadt lo retrata de la siguiente manera: «Primero grabamos algunas canciones en Bélgica junto a Chouk Bwa, y quedamos tan contentos que decidimos ir a Haití a seguir trabajando allá. Fuimos en 2017. Estuvimos ensayando en las casas de los músicos, en Gonaïves, pero también recorrimos Puerto Príncipe. Grabamos algunas cosas. Poco después, estando de regreso en Bélgica, nos dimos cuenta que la calidad del audio no era la mejor, por lo que decidimos utilizar esas grabaciones como un demo, para mostrarlo a disqueras y críticos. Los comentarios fueron buenos. Fue así como llegamos a la disquera Bongo Joe, quienes mostraron interés».
Vodou Alé
Vodou Alé, el primer disco del proyecto, fue grabado en Bruselas, a finales de 2018. Los dos belgas destacan lo importante de ese viaje de inmersión y descubrimiento para aprender sobre las ceremonias vudú, en la ciudad natal de Chouk Bwa. Se trató de encontrar esa energía apasionante y llena de espíritu de la música vudú haitiana, así como aprender su historia, llena de penurias, devastación e injusticia colonial, para, posteriormente, destilar ese conocimiento en el álbum.
«Un aspecto muy importante de Haití es su historia. La manera como nació, su revolución de independencia, cómo vencieron a los franceses en 1804, convirtiéndose en la primera república fundada por esclavos. Esto ha influido mucho en su idiosincrasia, incluyendo el vudú, cuyas ceremonias unen a la gente y a la comunidad», comenta Michael Wolteche. Alstadtagrega: «Colaborar con la comunidad es algo muy importante en la religión vudú. La verdad es que no es la imagen que nos han dado en Hollywood, de brujería o hechizos. Es una religión abierta y muy positiva, que incluso acepta a los homosexuales y transexuales, quizás un fenómeno único en el mundo».
Son todos estos elementos los que construyen la música de Chouk Bwa & The Ångströmers. Nicolas Esterle define el estilo de la banda como «vudú dub o vudú and bass». Aunque Wolteche especifica: «Es música vudú, posee esa mística y esa espiritualidad. Yo creo que está más cerca de la tradición vudú que de la mizik risin». Alstadt agrega: «Cuando estuvimos en Haití tratamos de presenciar varias ceremonias vudú para empaparnos de esa cultura. Era muy importante mantener su crudeza y sus raíces en nuestro proyecto, porque poseen un aura muy interesante».
La disquera Bongo Joe no quiso editar el disco hasta ver a la banda en vivo. Esto ocurrió en 2019, en Ginebra. «Tras eso nos dieron luz verde y empezamos a trabajar. Yo creo que este es un proyecto para ser visto en vivo, es la manera de tener la experiencia completa», asegura Esterle.
Move Tan
Move Tan es el primer sencillo del álbum. Se trata de un conmovedor homenaje, que funge como un canto de veneración a los afectados por la devastación de los huracanes que azotan constantemente el país, así como a los que cayeron durante el catastrófico terremoto de Haití de 2010, que causó la muerte de 280.000 personas y el desplazamiento de 1,3 millones de haitianos. Debajo de los redobles, la percusión motriz y los temblores de los bajos, cantan sobre la naturaleza tenaz y fuerte del pueblo haitiano: «La tormenta rugirá, la lluvia caerá / mantente fuerte mi amor».
«Es una canción que llama a la gente a protegerse de una tormenta, o de los desastres naturales. Algo que en Haití ha sido muy común a lo largo de su historia. Hace un llamado a las madres, a que resguarden a sus hijos. Las letras del álbum hablan mucho sobre el destino, las luchas sociales, la corrupción, pero también hacen un llamado a ser valientes, reunir fuerza, y tener la motivación para superar los obstáculos», dice Michael Wolteche. Con respecto a la promoción de Voudou Alé, el grupo plantea nuevos modelos de difusión. «Nuestra estrategia con respecto a la situación de pandemia es la siguiente: Formamos parte de un grupo de agencias que estamos tratando de adaptarnos a estos nuevos tiempos, pero no sólo al Covid-19, sino también al calentamiento global. Entendemos que el trabajo dentro del estudio tendrá un papel preponderante. Sabemos que podemos preparar colaboraciones, remixes, etc. Pero la estrategia está conectada también a la crisis climática. Promotores, artistas y agencias deberían pensar más sobre cómo ayudar a la sociedad a afrontar este problema. No es sostenible viajar diariamente en avión de una ciudad a otra durante una gira o en la temporada de festivales. Mi idea es que, cuando traigamos bandas de fuera del continente, lo hagamos por noventa días. Viajemos en furgoneta, y no sólo hagamos un concierto por ciudad, podríamos tocar dos días seguidos, pero también realizar otras actividades, quizás educativas, como talleres en colegios».